martes, 22 de febrero de 2011

La vuelta a la vida

SEGUNDA PARTE

Las chispas de los roces de las tuberías con los brazos de Otto, al pararlas saltaban por todos lados. Sally saltando de un lado para otro intentando acertar un buen golpe a otro grupo de mecánicos. Sangre, tuberías rotas, y mucha mala leche.
Al final de esta corta conversación Otto y Sally se fueron en la nave rumbo al desierto, haciendo una breve parada para hacer acopio de lo necesario para la misión.

Durante el largo viaje, Sally intentaba aprender a leer y escribir. Tenía ciertas nociones pero le habían recomendado “el guardián entre el centeno” y todavía no tenía una capacidad buena de lectura para poder entenderlo.
Otto mientras empezó a trastear un infocráneo, una amalgama de chips y material informático que les había dado Voight, a modo de mapa. Pero no funcionaba así que con la facilidad que le caracteriza, Otto lo arregló sin inmutarse y no le dio otras propiedades por que no tenía suficiente material a mano.

No sin cierto traspié a la hora de aterrizar, llegaron a su destino, un gran erial de tierra y dunas. Con las mochilas acuestas, bajaron el portón de la nave y el infocráneo, bautizado como Murray, empezó a volar en una dirección. Sally lo paró con una voz, ya que éste sólo respondía a las órdenes sonoras y viendo esas ganas de escapismo que tenía el engendro lo ató a su cinturón.
Prosiguieron la marcha, encontrándose con un descenso en vertical, ya que su camino acababa bruscamente. Sin ningún tipo de seguro, ya que la cuerda que tenían la habían usado para atar a Murray, empezaron a bajar.
Una piedra cayó a media altura del descenso y con ella Sally. Estaba cayendo y Otto no podía hacer nada ya que ella estaba delante de él. La caída fue eterna, Murray iba dando tumbos con ella, pero en el último instante consiguió aferrarse a un saliente de la pared, para así, no pegarse un buen golpe.

Tras el accidentado trayecto para Sally y el normal viaje para Otto, llegaron a una puerta de grandes dimensiones donde Murray se paró. A su derecha había un panel eléctrico para el acceso a lo que ellos creían, era la fábrica, ya que Murray los había guiado hasta allí.
Rápidamente Otto se puso a trastear el panel y en breves segundos la puerta, trabajosamente, empezó a abrirse. Se notaba que hacía mucho tiempo que nadie había entrado en el interior de la misma. Las luces parpadeantes, dejaban entrever cajones rotos y un pasillo largo.
Otto y Sally entraron con precaución, en la fábrica abandonada y Murray empezó a adelantarse ya que nada le impedía continuar su camino.
A pocos metros de ellos empezó a oírse un ruido y poco a poco se vieron unos cuerpos buscando en los restos de las cajas. Eran mutantes, organismo de algunos seres vivos que se habían quedados atrapados tras las puertas de la fabrica y para sobrevivir se habían convertido en esos seres.

Las manos de Sally ya estaban sobre las empuñaduras de sus espadas. Mientras que Otto sacaba la pistola. Al sentirlos, los mutantes se giraron hacia ellos y arremetieron contra ellos. El primero ni lo vio venir, con un rápido movimiento Sally le asestó un golpe al torso partiéndolo por la mitad y la cabeza de otro salio volando cuando quiso pasar a su lado. Otto por su parte estaba disparando sin mucho acierto y cuando vio que estaban a una distancia muy corta sacó su bastón para empezar a liarse a mamporros.
Sally seguía seccionando brazos, cabezas y cuerpos, Otto lo intentaba.

- Quieres matar algo ya¡- le gritó Sally.
- Lo mío es la informática no las peleas.

Al final, Sally tuvo que ir en ayuda de Otto, ya que estaba tardando mucho en eliminar a unos mutantes y tenían un trabajo que hacer. La sangre de los mutantes al ser seccionados por ambas espadas de Sally, salto a Otto, dejándolo empapado en ella. Sally limpió la sangre de ellas y las guardó. Otto miró a Sally y ésta sólo se giró y siguió a Murray que aunque estuvo en el combate no sufrió daño alguno.

Prosiguieron su camino por los largos pasillos de la fábrica, siguiendo a Murray. Al saber de la existencia de los mutantes iban con una mayor precaución, pero lo que oyeron a su espalda no fueron los ruidos de los mutantes. Algo más grande se acercaba a ellos y todavía les quedaba recorrido por hacer.

Nos vemos en los bares.

viernes, 18 de febrero de 2011

La vuelta a la vida

Bienvenidos al maravilloso mundo de warhammer donde nadie está muerto (hasta que el master lo dice). Como todo buen comic, en ocasiones los guionistas matan, temporalmente, a algunos personajes para dar dramatismo a esa saga. En el caso de la vida de Sally y Otto, no fue el master el que los mató, si no nosotros mismos, pero ahora han vuelto y con más ganas de dar guerra que nunca.

PRIMERA PARTE

Es mentira, cuando mueres al final no hay luz blanca, ni roja, ni un emperador esperándote para darte todos tu caprichos por servir también al imperio. No hay nada. – Pensó Sally al recibir el disparo que le quitó la vida.

En lo que para ella fue un segundo después volvió a abrir los ojos, sintiendo raro el lado izquierdo de su cuerpo. Estaba tumbada en una camilla y dos personajes estaban a su derecha trabajando en otro cuerpo, haciendo injertos metálicos, por lo que ella pudo observar.
Extendió el brazo izquierdo viendo que ya no era el suyo sino una prótesis biónica, “maldita psíquica”.- pensó. Aunque notaba una sensación rara, era como si el brazo tuviera más fuerza que antes. También se tocó la cara, descubriendo que todo el lado izquierdo estaba lleno de cicatrices a causa de la explosión.

- Bienvenida al mundo de los vivos¡¡.- La voz vino de uno de los personajes que estaban a su derecha.
- Te esperan a ti y a tu compañero en el bar “El buen Bebedor” para informaros de vuestra vuelta a la vida. – Comento el otro tipo.
- Mi compañero? Le quitaron lo que tenía por estomago de un disparo.

Unos ruidos metálicos se oyeron de la camilla derecha, Otto se estaba incorporando y al igual que Sally empezó a mirar su nuevo cuerpo, ya que tenía más injertos y cacharros mecánicos que antes. Cuando vio a ésta la saludo con el brazo que tenia en la espalda. Sally levanto una ceja y se fue para la puerta.

- Vienes?.- Le dijo a Otto sin ni si quiera míralo.

Media hora después estaban en el sótano del “el buen bebedor” delante de un hombre de mayor edad llamado Voight (John para los amigos), que les estaba explicando por qué a parte de pagar una cuantiosa suma de dinero por su recuperación y resurrección, les había dado cierto mejoras. Sally tenia el brazo biónico con una considerable fuerza extra, aunque con su cara no se pudo hacer nada y Otto tenia injertos nuevos, además de no tener un agujero como estomago.

- Vuestra reputación os precede. Tanto la mala, ya que seguisteis a Soldeban en su andadura contra el imperio y la buena cada misión encargada misión exitosa que tuvisteis. Hasta que moristeis.
- Fue culpa de esa psíquica, si no llega ha estar allí eso paladines de la justicia se hubiesen enterado.- Sally se toco la cara.
- Necesito de vuestra experiencia para hacer algunos trabajitos en los cuales vuestros conocimientos os vendrán muy bien.

Voight les contó que tenía que viajar a un desierto a explorar una vieja fábrica, para recuperar material si es que alguna servía de algo, pero antes tenía que conseguir la nave para el viaje. Pero el mecánico de ésta se negaba a devolverla por tener ciertas discrepancias con Voight acerca del precio acordado.
Así que la misión en cuestión era recuperar la nave, sin hacer mucho daño al mecánico, viajar al desierto y hacer una exploración de la nave. Para empezar una nueva vida una misión fácil.

Después de recuperar todas las pertenencias perdidas a causa de su no muerte y algún que otro juguete para Otto, éstos se encaminaron al taller para conseguir una nave. Durante el trayecto Sally estaba cada vez más intranquila, había pasado demasiado tiempo sin ejercer su trabajo y las espadas le estaban quemando en la espalda.
El taller estaba situado en uno de los barrios obreros de la colmena, estaba polvoriento, viejo, pero tenía una gran cantidad de naves para reparación.

Como la apariencia de Sally dejaba mucho que desear, Otto entabló conversación con el que dedujo que era el dueño del taller.
- Venimos a buscar la nave Icaro.
- Bien, perfecto mientras se me pague todo lo que he arreglado, se la pueden llevar. – miró con recelo a Sally.
- No lo entiende, venimos a por la nave, no a pagar nada. Los problemas que tenga con el dueño, los pelea con él.

Dicho esto, la gente del mecánico empezó a rodearlos, Sally empezó a murmurar entre dientes y a acercó las manos a las espadas. Otto mientras, seguía intentando convencer al dueño del taller para que le diesen la nave, ya que había visto a su compañera por el rabillo del ojo y sabía lo que se avecinaba.

- Cero.- dijo Sally un minuto después de que Otto empezará a hablar con el dueño.
Instantáneamente una de las espadas de Sally se dirigió al cuerpo de uno de los ayudantes, pero falló. “ Mierda, todavía no estoy habituada a este brazo y he perdido práctica”. Al ver el ataque sobre un compañero los mecánicos cogieron lo primero que tenían a mano y empezaron el ataque.



Nos vemos en los bares