martes, 27 de abril de 2010

¿Atrapada en el tiempo?

Bienvenidos a una nueva entrega del mundo en la Mansión, hoy para el menú tenemos el tiempo.
Hoy por la mañana, me tocaba sesión en la sala del peligro a la misma hora, como todas las mañanas, pero fui atacada por una misteriosa fuerza, de origen desconocido, que ralentizó el tiempo a mi alrededor, incluida a mi. El trayecto a la Mansión se hizo interminable, nadie iba mas rápido que un caracol, que podía hacer nada más que intentar seguir y llegar lo antes posible.
Cual es mi sorpresa que a mitad de trayecto la fuerza empezaba a disminuir y el mundo empezó otra vez a tener la velocidad adecuada y por fin podría llegar.

Pero el día no acaba ahí, me quedaban más sorpresas, y no muy agradables, por primera vez llegaba tarde a una sesión en la sala del peligro y lo que me encuentro al llegar, con el previo saludo a Sabia, que como siempre estaba metida en algún trabajo con sus ordenadores, es a Sebastian Shaw en la puerta esperándome.

- Estas no son horas de llegar, si una sesión está programada es por algo.

Intente defenderme argumentando que una fuerza externa me había atacado y que no tenia ningún control en lo que había ocurrido, que era la primera vez que ocurría, pero no sirvió de nada, me gane mi primer malrollo con Sebastian, sin tener la culpa. Lo que aconteció después creo que era previsible, toda esa rabia acumulada por no poder decir, lo que tendría que haber dicho tanto por educación como por que me pillo de sopetón la misma reprimenda en si, se liberó en la sala del peligro. Menos mal que hay fondos para las reparaciones de la sala, cuando por alguna causa acaba muy diferente a como era antes de la entrada de alguien para una sesión.

Conclusión, es verdad que llegué tarde, pero que puedo hacer si por causa de fuerza mayor no tenia ninguna posibilidad de llegar a tiempo.


Nos vemos en los bares.

lunes, 19 de abril de 2010

Los lunes al sol

Aunque sea martes.... Quisiera hacer una pequeña encuesta.
Para entrar en materia diré, que ayer lunes, estando en la mansión, casi no podía tener los ojos abiertos del cansancio que tenía en el cuerpo.
Aparqué el coche y en mi vida me había costado tanto subir los escalones que todos los días subo y bajo unas cuantas de veces, pero allí estaban en plan Everest y yo sin oxigeno ni cuerda. Llego a la habitación de Sabia y me desplomo encima de la silla, tres o cuatro veces tuve que decir que me iba a mi habitación para poder hacerle una idea a mi cuerpo para que reaccionara. Y así toda la mañana, menos mal que tuve unos cuantos enfrentamientos con los Centinelas porque sino, de mi habitación hubiesen salido unos ruidos muy raros, llamense ronquidos.
En fin ahí va la pregunta, ¿cuál ha sido el momento de vuestra vida que no podíais abrir los ojos del cansancio acumulado que teníais? (Absteneros de cualquier tipo de clase o proceso academico, que esas dan mucho sueño sean las que sean)


Nos vemos en los bares.