Una tarde cualquiera, pongamos esas de los viernes que lo único que piensas es "genial, en un plis estoy de cervezas en el bar de Harry", en la mansión sólo quedábamos La reina blanca, Kitty y yo, deseosas de irnos.
El sonido del teléfono perturbo la paz creada después de haber conectado el sistema de vigilancia, bajada de persianas, alarmas, sensores, la mansión se cerraba hasta el lunes siguiente (todos habían decidido irse ese finde). Era Friedrich Von Roehm, uno de los lords del Club del fuego infernal, quería la localización de un enclave enemigo. Lo malo era que ya estaban todos los sistemas apagados y volver a reiniciarlos llevaría su tiempo. En esto, Emma cogió su móvil y empezó a llamar a todos sus contactos para intentar averiguar por todos los medios dicha localización.
Pese a todo su esfuerzos nadie podía darle una dirección. De igual forma Kitty también comenzó a llamar a todo el mundo, pero tampoco tuvo mucha suerte y yo no pude hacer nada por que tenía un ataque de risa.
Después de un rato, gracias a los contactos de Emma encontramos la guarida, pero por alguna razón Friedrich no respondía a su comunicador.
Todo el tiempo gastado en encontrar el enclave enemigo y al final el interesado no nos hacía caso, cada una cogió un camino diferente y se fue al sitio o fiesta que tuviera previsto. La verdad es que no se si recibió el mensaje o no, pero tampoco me quita el sueño.
Nos vemos en los bares
1 comentario:
Vaya con los tipos del Club, menos mal que ha vosotras no os amarga el finde nadie... jajaja.
Saludos
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